Los años de la adolescencia son, sin duda, los más difíciles para los padres y los adolescentes. Pero con un poco de paciencia, comprensión y mucho amor, esos años a menudo tumultuosos pueden ser más tranquilos, menos estresantes y mucho más agradables.
En lugar de adoptar una estrategia de crianza totalmente nueva, simplemente mantente en el camino y sige haciendo algunas de las mismas cosas que hacías cuando tus hijos eran pequeños.
Cosas que funcionaban. Cosas que tus hijos disfrutaban. Cosas que trajeron armonía a tu familia.
Aquí tienes algunas cosas que no debes dejar de hacer cuando tu hijo se convierte en adolescente.
13 cosas que no debes dejar de hacer cuando tu hijo se convierte en adolescente
#1. Guíalos
Lo he escuchado un millón de veces y cada vez que lo oigo, me desconcierta. «Mi hijo es bastante independiente. Ahora que es un adolescente ya no me necesita».
El hecho es que es en la adolescencia cuando nuestros hijos nos necesitan más. Es un momento crítico en sus vidas en el que se están afianzando en la vida, descubriendo quiénes son y tomando grandes decisiones que podrían alterar el curso de sus vidas.
No es el momento de poner el piloto automático en la crianza de los hijos.
Eso no quiere decir que debas dirigir todos los movimientos de tu hijo, ya que necesita libertad para descubrir algunas cosas por sí mismo.
Pero sus años de experiencia vital pueden ayudar a tu hijo a evitar grandes errores.
Además, tu orientación e influencia tienen un enorme poder para influir positivamente en su futuro.
#2. Abrázalos
Los adolescentes son poco constantes. Un minuto están pidiendo tranquilamente un abrazo, y al siguiente corren a esconderse ante la mera idea de que te acerques para dar un rápido apretón o un beso en la mejilla.
Pero eso no significa que debamos dejar de intentarlo.
No te hagas ilusiones: lo más probable es que tenga que ser bajo sus condiciones, pero todos los adolescentes, por muy malhumorados o volubles que sean, pueden beneficiarse de las suaves caricias de su madre y su padre.
Un masaje en la espalda después de un largo día, un choque de puños al salir por la puerta, un abrazo al volver a casa o chocar los cinco para mostrar elogios… con un poco de esfuerzo, no es demasiado difícil mantener el contacto físico sin comprometer la creciente necesidad de espacio personal del adolescente. (Pista: el momento lo es todo).
#3. Deja que tomen la iniciativa
Cuando nuestros hijos eran pequeños los animábamos constantemente a tomar decisiones para ganar independencia.
- «¿Qué te gustaría ponerte hoy?».
- «¿Quieres ir al parque o jugar dentro de casa con tus juguetes?».
- «¿Qué película quieres ver esta tarde?».
Ahora que son adolescentes, parece que hemos puesto pegas a dejarles decidir.
Tal vez porque tenemos miedo de la posible toxicidad e injusticia del mundo exterior, ponemos un escudo protector alrededor de nuestros hijos y los empujamos suavemente (a veces, no tan suavemente) para que sigan un camino predeterminado y seguro.
Pero no les estamos haciendo ningún favor a nuestros hijos. Nuestros hijos necesitan descubrir su propio camino en la vida sin interferencias constantes.
Necesitan tropezar y caer y aprender a levantarse por sí mismos. Tienen que tomar la iniciativa y nosotros tenemos que darles las riendas de buena gana.
#4. Arroparlos por la noche
Arroparlos por la noche puede parecer muy diferente a lo que era cuando nuestros hijos eran niños pequeños, sobre todo teniendo en cuenta que algunos de nuestros adolescentes suelen acostarse mucho después que nosotros. (La verdad es que deberían arroparnos ellos por la noche).
Pero, aunque nuestros hijos nunca lo admitan, les sigue encantando. Tanto si se trata de un beso en la frente, de un cálido abrazo o de pasar unos minutos en su habitación hablando de su día, tómate un momento antes de ir a la cama para asegurarte de que tu hijo cierra los ojos por la noche sintiéndose querido y apreciado.
#5. Ten paciencia cuando tengan un mal día
Esperamos que nuestros hijos sean maduros, responsables y capaces de gestionar sus emociones. Sin embargo, un estudio tras otro confirma que aún les queda mucho por crecer.
Sus cerebros no están completamente desarrollados, aún no dominan el arte de gestionar sus emociones (su cerebro también tiene mucho que ver con eso) y, si se presta atención, se verá que su nivel de madurez cambia como el viento.
Entonces, ¿por qué les exigimos tanto? ¿Por qué les reprochamos con tanta dureza cuando dan un portazo o lanzan un suspiro o una mirada ocasional? Ningún padre quiere lidiar con el mal comportamiento de sus hijos adolescentes día tras día, pero cuando nuestros hijos, generalmente buenos (que claramente se esfuerzan), tienen un mal día, deberíamos, como mínimo, darles un pase libre (o dos).
#6. Emociónate al verlos
¿Te has fijado alguna vez en la cara de un niño pequeño cuando le sonríes?
Están tan increíblemente emocionados de ser notados que su cara se ilumina como un árbol de Navidad.
Imagina lo que pasaría si tratáramos a nuestros hijos de la misma manera. A nuestros hijos, independientemente de la edad que tengan, les encanta que se fijen en ellos y que les presten atención.
Cuando tu hijo entre por la puerta después del colegio o del entrenamiento, muéstrate emocionado.
Haz que se sienta especial. Pregúntale por su día, por las novedades de sus amigos (recuerde: sus amigos son su mundo), por sus deberes y por sus planes para el fin de semana.
Muchos padres creen que cuando nuestros hijos se convierten en adolescentes es el momento de retirarse y desentenderse. Sin embargo, los adolescentes necesitan tanta atención y amor (si no más) que cuando eran pequeños.
#7. Mímalos (un poco)
Una de las cosas que más os gusta a los papás y mamás es sorprender a vuestros hijos.
A día de hoy, sigue esforzándote por sorprenderles y empéñate en mimarles (un poco).
Incluso algo tan pequeño como ayudarles a hacer la colada, prepararles su cena favorita, hacerles un recado o comprarles algo barato que te hayas encontrado durante el día puede hacer que tu hijo se sienta especial.
Un poco de mimo, un poco de atención y un poco de «siempre estoy pensando en ti» pueden ayudar mucho a construir una relación sólida con tu hijo adolescente.
#8. "Cógelos" cuando se caigan
Nuestros hijos todavía están aprendiendo, creciendo, descubriendo quiénes son y, en consecuencia, cometen errores (muchos).
Saber que nos tienen al margen, listos y dispuestos a atraparlos cuando se caen, les da una enorme confianza.
Esto no quiere decir que debamos rescatarles en todas las ocasiones ni que actuemos como su firme red de seguridad cuando tomen decisiones o cometan errores por descuidos.
Lo que significa es que tienen que saber que pueden contar con nosotros para ayudarles a levantarse, ayudarles a aprender de sus errores y animarlos a seguir adelante.
Con cada nuevo paso que daban cuando eran pequeños, nos quedábamos detrás listos para cogerlos, pero también listos para decirles que estaban bien cuando se caían y que siguieran intentándolo.
No dejes de ofrecer el mismo estímulo y apoyo sólo porque tu hijo se acerque a la edad adulta.
Sé su mayor animador y defiéndelo en sus altibajos.
#9. Dale toda tu atención
Cuando nuestros hijos eran pequeños querían toda nuestra atención las 24 horas del día. Implacables y pegajosos, nunca parecían darnos ni siquiera cinco minutos para nosotros.
Cómo han cambiado las cosas.
Ahora que son adolescentes, tenemos suerte si podemos conseguir una frase completa de ellos una vez cada tres días y pasan la mayor parte del tiempo en su habitación a puerta cerrada.
Por eso, cuando acuden a nosotros, tenemos que estar preparados y dispuestos a aprovechar esos momentos.
Deja el teléfono, deja de doblar la ropa, haz esas llamadas más tarde. Cuando tu hijo adolescente se acerque a ti dispuesto a hablar, quiera compartir lo más destacado de su día o simplemente quiera pasar el rato. Deja todo y hazlo.
No pierdas una oportunidad de oro para conectar en sus términos.
#10. Id de aventuras
Salidas al parque, días de piscina con bocadillos, un viaje corto (o largo), etc.
Cuando nuestros hijos eran pequeños siempre estábamos planeando mini-aventuras. El afán de aventura de nuestros hijos no ha cesado simplemente porque ahora sean mayores.
Puede que haya que animarlos un poco para que se suban al carro (los adolescentes tienen fama de no participar en las actividades familiares), pero a la mayoría de los adolescentes les cuesta rechazar una aventura divertida.
Así que ponte tu sombrero de aventurero y sal a las rutas de senderismo, vete de acampada un fin de semana, aventúrate al parque de atracciones más cercano (advertencia, esperarán que te subas a la montaña rusa con ellos) o vete de vacaciones a algún lugar en el que nunca hayan estado.
Nuestros hijos necesitan un cambio de ritmo y un poco de diversión y aventura en sus vidas.
Además, el tiempo a solas (aunque no hablen mucho) es una forma estupenda de conectar y mantenerse unidos como familia.
#11. Haz el "tonto"
Atención, padres. Dejad de ser tan serios. Créeme, tu hijo necesita que bajes la guardia.
El hecho de que tus hijos sean adolescentes y se acerquen a la edad adulta no significa que no podáis volveros un poco locos, bailar en la cocina, contar chistes estúpidos y ver juntos vídeos tontos de YouTube.
Puede que tu hijo te supere en altura y que los pies de tu hija sean más grandes que los tuyos, pero siguen siendo pequeños por dentro.
Les quedan muchos años de seriedad por delante. Por ahora, déjales ser pequeños. Deja que sean tontos.
#12. Pasad tiempo en familia
En cuanto nuestros hijos llegan a la adolescencia (y a veces incluso antes), su idea de la diversión cambia.
A menudo, sus amigos son el centro de atención y consideran que cualquier tiempo que pasen con la familia es más bien una agonía.
Aun así, como padres, tenemos que luchar, y en algunos casos exigir, que nuestros hijos pasen tiempo con la familia.
En resumen, haz que el tiempo en familia sea una prioridad.
Con un poco de planificación, tus hijos pueden tener lo mejor de ambos mundos: amigos y tiempo en familia.
#13. Diles que les quieres
De todas las cosas que no debes dejar de hacer cuando tu hijo se convierte en adolescente, ésta es posiblemente la más importante.
Nuestros hijos nunca son demasiado mayores para escuchar estas dos pequeñas palabras.
Decir «te quiero» no sólo ayuda a crear un vínculo con nuestros hijos, sino que también fomenta la confianza, les hace saber que se les valora por lo que son (no por lo que han hecho), y les quita el miedo a navegar solos por esos años de adolescencia llenos de hormonas.
Saber que tus brazos están siempre abiertos también les ayuda a ganar confianza y les recuerda que forman parte de algo mucho más grande -una familia que los ama incondicionalmente- y eso es un motivador muy poderoso y que cambia la vida de nuestros adolescentes que están pasando por la transición más grande y desafiante de sus vidas.
Conclusión
Nuestros hijos son adolescentes pero siguen siendo humanos y necesitan apoyo, cariño y una familia unida en la que crecer.
Esperamos que te sirvan de ayuda todos estos conejos y puedas aplicarlos en tu día a día con tus hijos.