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Disciplina positiva. ¿Estrategias según la edad de tu hijo?

¿Qué es la disciplina positiva?

La disciplina positiva es un método creado por la Dra. Jane Nelsen, y otros.

Es una filosofía educativa que ayuda a los adultos a entender la conducta inadecuada de los niños, promoviendo actitudes positivas hacia ellos y enseñándoles a tener buena conducta, responsabilidad y destrezas interpersonales.

Padres y maestros no pueden seguir funcionando como jefes, deben adquirir la habilidad de ser líderes democráticos,” dijo Rudolf Dreikurs en Social Equality the Challenge of Today.

¿Qué es la disciplina positiva?

La disciplina positiva es un método creado por la Dra. Jane Nelsen, y otros.

Es una filosofía educativa que ayuda a los adultos a entender la conducta inadecuada de los niños, promoviendo actitudes positivas hacia ellos y enseñándoles a tener buena conducta, responsabilidad y destrezas interpersonales.

Padres y maestros no pueden seguir funcionando como jefes, deben adquirir la habilidad de ser líderes democráticos,” dijo Rudolf Dreikurs en Social Equality the Challenge of Today.

Principios de la disciplina positiva

  • Considerar los antecedentes que promueven una conducta determinada.
  • Enseñar a los niños autocontrol y responsabilidad.
  • Destacar las buenas conductas y los logros, motivando e incentivando la realización de las mismas.
  • Usar el diálogo y no la imposición como método de formación, tratando de llegar a acuerdos.
  • Practicar la escucha activa para comprender a los demás y establecer un clima de armonía.
  • Fijar metas alcanzables para los pequeños.

Como padre, uno de tus trabajos es enseñar a tu hijo a comportarse. Es un trabajo que requiere tiempo y paciencia. Pero ayuda aprender unas estrategias de disciplina eficaces y saludables.

Aquí tienes algunos consejos que La Pizarra en Casa os ofrece sobre las mejores formas de ayudar a tu hijo a aprender un comportamiento aceptable mientras crece.

10 estrategias para una disciplina positiva que funcionan.

En La Pizarra en Casa recomendamos estrategias de disciplina positiva que enseñan eficazmente a los niños a controlar su comportamiento y a evitar que se hagan daño, a la vez que promueven un desarrollo saludable. 

Estas incluyen:

  • Enseñar y verbalizar. Enseña a los niños mediante el ejemplo lo que está bien y lo que está mal. Para apoyarte usa palabras y acciones tranquilas. Modela los comportamientos que te gustaría ver en tus hijos.
  • Establece límites. Establece de forma consensuada reglas claras y coherentes que tus hijos puedan seguir. Asegúrate de explicarles estas reglas en términos apropiados para su edad que puedan entender.
  • Establece las consecuencias. Explica con calma y firmeza las consecuencias si no se comportan. Por ejemplo, dile que, si no recoge sus juguetes, los guardarás durante el resto del día. Prepárate para cumplirlo de inmediato. No cedas devolviéndolos a los pocos minutos. Pero recuerda, nunca le quites algo que tu hijo realmente necesita, como por ejemplo la comida.
  • Escúchalos. Escuchar es importante. Deja que tu hijo termine la historia antes de ayudarle a resolver el problema. Estate atento a los momentos en los que el mal comportamiento tiene un patrón, como si tu hijo se siente celoso. Habla con tu hijo sobre esto en lugar de limitarse a ponerle consecuencias.
  • Presta atención a tu hijo. La herramienta más poderosa para una disciplina eficaz es la atención, para reforzar los buenos comportamientos y desalentar otros. Recuerda que todos los niños quieren la atención de sus padres.
  • Ponle al corriente de su comportamiento. Los niños necesitan saber cuándo hacen algo malo y cuándo hacen algo bueno. Fíjate en el buen comportamiento y señálalo, elogiando los éxitos y los buenos intentos. Intenta ser específico (por ejemplo, «¡Vaya, has hecho un buen trabajo guardando los juguetes!»).
  • En ocasiones no debes responder. Siempre que tu hijo no esté haciendo algo peligroso y reciba mucha atención por su buen comportamiento, ignorar un mal comportamiento puede ser una forma eficaz de detenerlo. Ignorar el mal comportamiento también puede enseñar a los niños las consecuencias naturales de sus acciones. Por ejemplo, si tu hijo sigue dejando caer sus galletas a propósito, pronto no tendrá más galletas para comer. Si tira y rompe su juguete, no podrá jugar con él. No tardará en aprender a no tirar las galletas y a jugar con cuidado con sus juguetes.
  • Prepárate para los problemas. Planifica con antelación las situaciones en las que tu hijo pueda tener problemas de comportamiento. Prepáralo para las próximas actividades y para saber cómo quieres que se comporte.
  • Redirige el mal comportamiento. A veces los niños se portan mal porque están aburridos o no saben qué hacer. Busca otra cosa o una actividad que tu hijo pueda hacer.
  • Pide un tiempo muerto. El tiempo muerto puede ser especialmente útil cuando se incumple una norma concreta. Esta herramienta disciplinaria funciona mejor advirtiendo a los niños de que tendrán un “tiempo fuera” si no dejan de hacerlo, recordándoles lo que han hecho mal con pocas palabras -y con la menor emoción posible- y apartándolos de la situación durante un tiempo preestablecido (1 minuto por año de edad es una buena regla general). Con los niños de al menos 3 años, puedes probar a dejar que tus hijos dirijan su propio tiempo fuera en lugar de poner un temporizador. Puedes decir simplemente: «Ve al “tiempo muerto” y vuelve cuando te sientas preparado y en control». Esta estrategia, que puede ayudar al niño a aprender y practicar las habilidades de autocontrol, también funciona bien con los niños mayores y los adolescentes.

Los azotes y las palabras duras son perjudiciales y no funcionan.

Es importante centrarse en enseñar el buen comportamiento en lugar de castigar el mal comportamiento. 

Las investigaciones demuestran que los azotes, las bofetadas y otras formas de castigo físico no funcionan bien para corregir el comportamiento de un niño. 

Lo mismo ocurre con los gritos o la vergüenza. Además de ser ineficaces, los castigos físicos y verbales severos también pueden dañar la salud física y mental del niño a largo plazo.

Los azotes no son saludables. Desde La Pizarra en Casa siempre aconsejamos que los padres y cuidadores NO peguen a los niños. En lugar de enseñar responsabilidad y autocontrol, los azotes suelen aumentar la agresividad y la ira de los niños.

 

Un estudio sobre niños nacidos en 20 grandes ciudades de EE.UU. descubrió que las familias que utilizaban el castigo físico quedaban atrapadas en un ciclo negativo: cuantos más azotes recibían los niños, más se portaban mal después, lo que provocaba más azotes como respuesta.

 

Los efectos de los azotes también pueden sentirse más allá de la relación padre-hijo.

 

Porque enseña que causar dolor a alguien está bien si te sientes frustrado, incluso con los que quieres. Los niños que son azotados pueden ser más propensos a golpear a otros cuando no consiguen lo que quieren.

Abuso verbal: cuando las palabras hacen daño.

También se ha comprobado que gritar a los niños y utilizar palabras para causar dolor emocional o vergüenza es ineficaz y perjudicial.

La disciplina verbal severa, incluso por parte de padres que, por lo demás, son cariñosos y afectuosos, puede conducir a un mayor mal comportamiento y a problemas de salud mental en los niños.

Las investigaciones muestran que la disciplina verbal dura, que se hace más común a medida que los niños crecen, puede conducir a más problemas de comportamiento y síntomas de depresión en los adolescentes.

Aprende de los errores, incluidos los tuyos.

Recuerda que, como padre, puedes darte un tiempo de espera si te sientes fuera de control. Sólo asegúrate de que tu hijo está en un lugar seguro, y luego date unos minutos para respirar profundamente, relajarse o llamar a un amigo. Cuando te sientas mejor, vuelve con tu hijo y vuelve a empezar.

Si no manejas bien una situación la primera vez, intenta no preocuparte por ello. Piensa en lo que podrías haber hecho de forma diferente e intenta hacerlo la próxima vez.

Si crees que has cometido un verdadero error en el calor del momento, espera a calmarte, discúlpate con tu hijo y explícale cómo vas a manejar la situación en el futuro. Asegúrate de cumplir tu promesa.

De este modo, su hijo tendrá un buen modelo de cómo recuperarse de los errores.

Consejos de disciplina sana y eficaz por edad/etapa

Bebés

  • Los bebés aprenden observando lo que haces, así que debes dar ejemplos del comportamiento que esperas
  • Utiliza un lenguaje positivo para guiar a tu bebé. Por ejemplo, dile: «Es hora de sentarse», en lugar de «No paras quieto».
  • Reserva la palabra «no» para las cuestiones más importantes, como la seguridad. Limita la necesidad de decir «no» poniendo los objetos peligrosos o tentadores fuera de su alcance.
  • Distraer y sustituir un objeto peligroso o prohibido por otro con el que se pueda jugar es una buena estrategia a esta edad.
  • Todos los niños, incluidos los bebés, necesitan una disciplina coherente, así que habla con tu pareja, los miembros de la familia y el cuidador para establecer unas normas básicas que todos sigan.

Niños pequeños

  • Tu hijo está empezando a reconocer lo que está permitido y lo que no, pero puede poner a prueba algunas normas para ver cómo reaccionas. Presta atención y elogia los comportamientos que te gustan e ignora los que quieres desalentar. Redirige a una actividad diferente cuando sea necesario.
  • Las rabietas pueden ser más frecuentes a medida que tu hijo se esfuerza por dominar nuevas habilidades y situaciones. Anticípate a los desencadenantes de las rabietas, como el cansancio o el hambre, y ayúdale a evitarlas con siestas y comidas bien programadas.
  • Enseña a tu hijo a no pegar, morder o utilizar otros comportamientos agresivos. Modela un comportamiento no violento no pegando a tu hijo y manejando los conflictos con tu pareja de forma constructiva.
  • Mantén la coherencia a la hora de imponer los límites. Si es necesario, prueba con tiempos muertos breves.
  • Reconoce los conflictos entre hermanos, pero evita tomar partido. Por ejemplo, si surge una discusión sobre un juguete, simplemente se puede guardar el juguete.

Edad preescolar

  • Los niños en edad preescolar todavía están tratando de entender cómo y por qué funcionan las cosas y qué efecto tienen sus acciones. A medida que aprenden a comportarse de forma adecuada, es de esperar que sigan poniendo a prueba los límites de sus padres y hermanos.
  • Empieza a asignarles tareas adecuadas a su edad, como guardar sus juguetes. Dale instrucciones sencillas, paso a paso. Recompénsalos con elogios.
  • Permite que tu hijo elija entre alternativas aceptables, reorientando y estableciendo límites sensatos.
  • Enseña a tu hijo a tratar a los demás como quiere que le traten.
  • Explícale que está bien sentirse enfadado a veces, pero no para herir a alguien o romper cosas. Enséñale a manejar los sentimientos de enfado de forma positiva, como hablar de ello.
  • Para resolver los conflictos, utiliza tiempos muertos o retira la fuente de conflicto.

Niños en edad escolar

  • Tu hijo está empezando a tener un sentido del bien y del mal. Háblale de las opciones que tiene en situaciones difíciles, de cuáles son las buenas y las malas, y de lo que puede pasar según lo que decida hacer.
  • Habla de las expectativas de la familia y de las consecuencias razonables de no seguir las normas familiares.
  • Proporciona un equilibrio entre privilegios y responsabilidad, dando a los niños más privilegios cuando sigan las normas de buen comportamiento.
  • Sigue enseñando y modelando la paciencia, la preocupación y el respeto por los demás.

Adolescentes y jóvenes

  • A medida que tu hijo adolescente desarrolle su capacidad de decisión de forma más independiente, tendrás que equilibrar tu amor y apoyo incondicionales con expectativas, normas y límites claros.
  • Sigue mostrando mucho afecto y atención. Dedica tiempo a hablar todos los días. Es más probable que los jóvenes tomen decisiones saludables si se mantienen conectados con los miembros de la familia.
  • Conoce a los amigos de tu hijo y habla de relaciones responsables y respetuosas.
  • Reconoce los esfuerzos, los logros y el éxito de tu hijo en lo que hace y no hace.
  • Elogia la decisión de evitar el consumo de tabaco, cigarrillos electrónicos, alcohol u otras drogas. Da un buen ejemplo con tu propio consumo responsable de alcohol y otras sustancias.

Conclusión

Como has podido ver a lo largo del artículo la disciplina positiva es una filosofía educativa para mejorar no solo el comportamiento de tu hijo sino la relación que mantenéis. 

Con la disciplina positiva pasarás de ser una figura de autoridad forzada contra la que pueden revelarse a una figura de respeto y acompañamiento en su desarrollo. 

Esperamos que te haya ayudado y puedas aplicar algunas de las estrategias que te hemos dado.